Había
una vez un gigante llamado Gancha que estaba rodeado de objetos y muy
pensativo con su cara chiquita y sus pies grandes. Él se sentía triste porque
estaba solo, sin amigos ni nada, pensando que nadie lo quería porque era raro.
Pero pensó que lo iban a ayudar, así que se alegró. Aunque la ayuda nunca
llegó.
Un día, el sol empezó a quedar negro y el gigante Gancha miró y pensó que era un
eclipse. Pero después miró bien y vio un platillo volador. En el momento que bajaron
se asomó y observó con atención: habían unas personas raras. Él quedó pensando que eran de su
especie y que lo
iban a llevar a su planeta real. Así fue.
Pero cuando Gacha se subió a la nave, esta se descompuso por eso tuvieron que quedarse hasta que la arreglaran. Mientras tanto, Gacha le iba a mostrando a los otros gigantes el lugar, para no dejarlos incómodos. Una hora después de arreglada la nave, finalmente se
fueron. Volaron durante 10 horas hasta que llegaron a su planeta.
Cuando
se bajó, él lloró de la alegría porque había muchos gigantes igual esa él. Al rato
se acostumbró al planeta nuevo y un trabajo consiguió. Luego de 3 años, él se casó, muy
feliz de la vida. Tan alegre estaba que un parque recreativo creó para que sus niños
jueguen y se diviertan. Al día
siguiente, lo inauguró ganando mucha plata,tanta que un castillo se compró.
Lamentablemente, al mes se
enteró de que tenía cáncer así que heredó a sus hijos toda su plata para
que pudieran vivir felices por siempre. Pero él pensó que, antes de morir, quería volver al planeta que una vez
fue su hogar. Y así fue.
Cuando
llegaron al planeta, él muy contento se puso, aunque a su familia el lugar no le gustó.
Por eso se los mostró bien (les mostró todas las cosas nuestras) y entonces les encantó. Ellos, cuando volvieron a su planeta, se
encontraron con una sorpresa: un abrazo de todos los gigantes hacía
Gancha. Así Gancha, muy contento, se murió.
Por Kevin Rigoni, 2 B.
No hay comentarios:
Publicar un comentario