Hace mucho tiempo, en la ciudad de Corrientes, Posadas, toda la gente estaba muy tranquila haciendo sus cosas pero no sabía que, desde el espacio, en el planeta Mercurio, la estaban pasando muy mal porque no decidían quién iba a venir a la Tierra ni si iban a causar caos y desastres. Entonces se enojaron porque uno había robado una nave y se había venido a la Tierra sin la autorización de los demás.
Luego, cuando ya había pasado la capa de ozono, los científicos se reunieron y llamaron a los profesionales para poder saber qué era eso que venía en la nave espacial. Pero un científico dijo:
- ¡Con nosotros no alcanza!
En ese instante se decidió llamar al gobierno, los militares, los policías y los más capacitados en naves espaciales. Toda la ciudad de Corrientes, Posadas, había quedado en silencio. Solamente estaban los profesionales y los otros expertos mencionados.
Cuando la nave espacial había aterrizado, todos estaban decididos a morir para salvar a su ciudad. Cuando se abrió una puerta de la nave espacial, salió un enorme gigante. Él no les iba a hacer nada ya que había venido a la tierra para conocerla. Estaba muy confundido. Cuando se bajó de la nave espacial, dieron la orden de dispararle. Entonces los demás lo llenaron de balas pero no le hacían nada porque tenía como un escudo que lo protegía de cualquier cosa. El gigante se enojó y, cuando se enfureció demasiado, preparó sus enormes garras; el cabello le quedó todo como chusas; los dientes muy grandes y filosos, preparados para masticar a alguien...
El gigante empezó a hacer un desastre increíble por toda la ciudad, iba destruyendo todo a su paso: edificios, casas humildes y todas las calles.
En el momento menos pensado llegó otra nave espacial con su esposa. Ella se habían enojado con el gigante por lo que había hecho: primero, irse sin permiso y, después, un desastre increíble en la ciudad. Entonces, lo agarró del cabello y lo metió en la nave espacial para que fuera a su casa otra vez a buscar materiales para reconstruir todo de nuevo.
Cuando llegó de vuelta con los materiales, la esposa le dijo que construyera de nuevo todo lo que había dañado. cuando terminó, la esposa le dijo:
- ¿Cómo se dice?
Y el gigante respondió:
- Perdón por todo lo que destruí.
Se subieron a la nave y se fueron otra vez para Mercurio y las personas estaban muy contentas por lo que había hecho la giganta.
Por Lucas Fariñón, de 2 B
Y si, por más grandote que uno pueda ser con la esposa no se puede!
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