domingo, 1 de septiembre de 2013

Cuentito sobre el tiempo: y es el último

El tiempo no dura siempre lo mismo. 
Puede que el presente se cambie en pasado y el futuro, en presente. Eso nadie lo sabe, sólo el farmacéutico Coria lo sabe, es el único que se da cuenta del tiempo.
Coria, en sus sueños, ve al tiempo y viaja en él y mira cómo va cambiando y lo que sucede desde siempre y para siempre. Pero, al despertar, se confunde con la realidad y la gente lo empieza a mirar extraño...
Entonces, un día, una joven se le acerca y le pregunta qué le pasa y él le cuenta:
El tiempo no dura siempre lo mismo.. 
Ella le responde que no es así, que todos los días tienen veinticuatro horas. Como a Coria le gusta la joven, acepta lo que dice. Por eso cae en la realidad y el tiempo vuelve a ser mismo, el tiempo que miden los relojes.

Más cuentitos sobre el tiempo

Más ideas:
El tiempo no dura siempre lo mismo. El que no me crea que se lo pregunte a un farmacéutico de apellido Coria, que vive en Rosario. Y eso no es todo: el presente puede empalmar, en cualquier descuido, con el pasado y, a lo mejor, con el futuro.
Lo sé porque Coria me contó que él se había acostado a dormir como todas las noches pero, cuando se despertó, descubrió asombrado que estaba en el pasado. Comenzó a ver todo lo que había hecho, se sintió muuuuy mareado, se desmayó y, cuando despertó, vio cómo era el futuro. Vio todas las cosas lindas que le iban a pasar (por ejemplo que iba a tener un hijo). Se emocionó y se durmió. Cuando se despertó,  corroboró feliz que estaba en su cama de siempre, le contó lo sucedido a su mujer y desayunaron muy contentos los dos.

Cuentos sobre el tiempo

Sobre el mismo comienzo, los chicos de 3 "B" pensamos varios finales. Acá van algunas de nuestras ideas:

El tiempo que se perdió.
El tiempo no dura siempre lo mismo. Una noche puede ser más corta o más larga que otra noche de igual número de horas. El que no me crea, que se lo pregunte a un farmacéutico de apellido Coria, que vive en Rosario. Y eso no es todo: el presente pude empalmar, en cualquier descuido, con el pasado y, a lo mejor, con el futuro.
Eso dije hace años a la gente de toda la ciudad y, en seguida, ellos fueron a preguntarle al farmacéutico. Pero cuando llegaron Pepe y Majo no lo encontraron por ningún lugar. Volvieron al otro día, que en realidad era ayer, y tampoco lo encontraron.

Pasaron tres días y regresaron allí. Fue de repente que apreció detrás de un árbol, rápidamente los chicos le preguntaron:
- ¿Qué pasó?

El farmacéutico sólo respondió que el aire se lo había llevado hacía unos minutos y que, de pronto, lo había traído de vuelta.
Desde ese momento, Coria quedó mudo. Jamás nadie pudo preguntarle de nuevo qué fue lo que en verdad pasó aquel extraño día, que en realidad es hoy.
 El viaje al pasado.
El tiempo no dura siempre lo mismo. Una noche puede ser más corta o más larga que otra noche de igual número de horas. El que no me crea, que se lo pregunte a un farmacéutico de apellido Coria, que vive en Rosario. Y eso no es todo: el presente puede empalmar, en cualquier destino, con el pasado y, a lo mejor, con el futuro.
Yo lo sé porque, cuando fui de visita a la casa de mis abuelos, en Rosario, acompañé a mi abuelita a comprar un remedio a la farmacia de turno.
Era de noche. Coria, el farmacéutico, me contó que, mientras él dormía, podía viajar en el tiempo; que cuando despertaba, estaba ya en el pasado. Él no entendía nada, quería volver al presente pero no podía. Por suerte se le ocurrió una idea que era reparar, en el pasado, su futuro e impedir que ocurriera la noche de su primer viaje. Así lo hizo. A la mañana siguiente, despertó y estaba en el presente otra vez. Pero desde entonces tuvo miedo de que le volviera a pasar.
Por eso trabaja de noche en las farmacias de turno y le cuenta, a quien pregunta, lo que le pasó aquella noche.
La farmacia de turno.
El tiempo no dura siempre lo mismo. El que no me crea que se lo pregunte a un farmacéutico de apellido Coria, que vive en Rosario. Y eso no es todo: el presente puede empalmar, en cualquier descuido, con el pasado y, a lo mejor, con el futuro.
En serio. Una vez sentado en la farmacia, de tan solo que estaba, Coria se quedó dormido. Llegó el día siguiente y el farmacéutico se despertó por los ruidos de los vehículos y de las personas que iban y venían. Ese día, Coria andaba muy nervioso, preocupado porque todo lo que había soñado que hacía en el pasado sucedía tan cual en el presente. Sí o sí tenía que contarle lo que le pasaba a alguien. Lo tenía que contar.
Pasó una semana, más o menos. Él se sentía muy extraño, pensaba en el pasado y lo que hacía en el pasado, también lo hacía en el presente. Y lo que hacía en el presente, lo hacía también en el futuro. Siempre era lo mismo.
Una tarde decidió ir al psicólogo. El psicólogo Gustavo Quiroga le dijo que se quede tranquilo, que era una ilusión de su mente. Le dio unas pastillas y lo mandó a su casa, a dormir. Esa noche soñó que estaba sentado en la farmacia y, de tan solo que estaba, se quedaba dormido.

sábado, 24 de agosto de 2013

Mitos ilustrados: El juicio de Titicaca


Era el tiempo de diluvio. Llovía día y noche. Todos se ahogaron con sus rebaños menos un llamero bueno que se salvó en un leño, adonde llevó papas. Durante el diluvio no se alimentó de otra cosa que de papas. Pachamama (madre tierra) ha querido que haya papa para comer. Es lo que ha hecho para los hombres.

Cuando pasó el diluvio, creció la buena papa en el cerro Saukhari y creció nuevamente y en abundancia toda la vegetación que alimenta, cura y da fuerza al hombre.
Pachakámaj (padre creador), por orden de Inti (dios sol), empezó a rehacer las creaturas: hizo levantar a la llamita acariciándola. El espíritu del mal que vive en el fondo de la tierra y en las tinieblas, del otro lado del lago, quiso imitarlo e hizo al “tupi”. Y así supo hacer el creador a sus buenos y bellos hijos frente a otros malignos y ridículos que hacia el espíritu del mal. Y se levantaron el pajarito frente al murciélago. El perro frente al ‘’jarrunkka”.  El conejo frente al ratón. La llama frente al guanaco. La vicuña frente a la alpaca. El cóndor frente al águila. El zorro frente al zorrino. Después hizo levantar a la mujer en el cerro Saukhari.

En el lugar del diluvio hay dos poblaciones: una población perdida en ruinas y la nueva, que hizo el creador por la voluntad de Inti. En vez de un mundo malo, hizo otro bueno. Y será mejor el provenir de las poblaciones del sol.  


Bueno, tras compilar e ilustrar mitos ajenos, algunos alumnos de segundo crearon sus propias historias (de transformaciones y de héroes). Para que no se perdiera todo el trabajo, hicimos una antología. Y como un par de chicos leyeron La Odisea o El Hobbith (no es broma) incluimos también un resumen. Aquí está:

Mitos ilustrados: El origen del mundo

Este año a los chicos de segundo nos llegaron las compus. Para aprender a usarlas empezamos compilando mitos. E ilustrando. Acá va el primero:

El Origen del Mundo y de los Hombres (mito pipil)



La tierra rodaba en el espacio, zumbaba en el silencio. La noche se agrandaba en los contornos de las cosas. Todo era negro, negra la tierra y negro el cielo. El frío se extendía en las frías cavernas de la nada. Era el vacio. La muerte estaba echada sobre el mundo. Nada volaba, nada flotaba, nada calentaba. Ni ríos, ni valles, ni montañas. Sólo estaba el mar.

Un día, Teotl (fuerza primera, dios del universo) frotó dos varitas de achiote y produjo el fuego. Con las manos regaba puñados de chispas que se esparcían por el vacío formando las estrellas. El misterio se poblaba de puntos de luz. De pronto, en lo más alto del cielo, surgió Teopantli (el reformador, que regula el cielo y la tierra). Surgió sonriente, envuelto en una cascada de luz. Teotl lanzó el último puñado de fuego que, allá abajo, se condensó en un témpano de luz: ese fue Tonal (el buen padre sol).

Pero entre el ruido de los capullos de la vida que reventaban, de los muros que engolfaban sus órbitas, de las explosiones de la luz, Teopantli lloró. Y su lágrima rodó hasta quedar suspendida. Se hizo blanca y giró. Esa fue Metzti (la buena madre luna). Por eso es triste.
Metzti proyectó su luz sobre la tierra y vio que ésta ya no estaba vacía. Los mares se rompían sobre las costas. Había montañas y barrancos. Sobre las cumbres peladas rugían fieras. Su luz pálida iluminó un combate de leones. En las charcas y entre las lianas corrían las lagartijas. Los ríos se retorcían como culebras blancas. La vida cantaba.
Después fue creado el hombre, nacido del coágulo de un nopal, se enfangó dando origen a una casta de hombres malos que indignaron al creador. Se desató sobre ellos una furiosa lluvia y el huracán silbaba quebrando las montañas. Todos murieron, a excepción de Coscotágat y Tlacatixitl (nuestros padres). Desde entonces la humanidad se ha ido perfeccionando, poco a poco.